Historia de un restaurante

Uno de los mayores privilegios de El Ermitaño es estar arropado por muros centenarios. Se trata de una casa señorial que en tiempos perteneció a los Marqueses de los Salados. La propiedad denominada «Huerta de los Salados», ya en los extramuros de Benavente, cuenta además con la presencia de una pequeña ermita datada en 1773.

Se puede decir que El Ermitaño es el legado que Manuel Pérez y Hortensia Alonso dejaron a sus hijos, Pedro y Óscar. Su padre después de dedicarse toda una vida a trabajar, decidió invertir sus ahorros y adquirió la finca donde actualmente se ubica el restaurante. Su única pretensión era la de crear un típico merendero castellano, puesto que era un gran amante de la gastronomía, y su mujer estaba dotada de una buena mano en la cocina. De esta manera, el 27 de Octubre de 1989 El Ermitaño abre por primera vez sus puertas.

Con la irrupción de Pedro y años mas tarde de Óscar en la cocina, el concepto del restaurante comienza a cambiar. Tras un tiempo de incertidumbre, necesitaban encontrar su identidad y lo más sensato en ese caso era guiarse por la demanda. La evolución fue en ascenso hasta llegar al concepto que tenemos hoy en día.

El año 1995 supone un punto y aparte en sus vidas, son galardonados con los primeros premios nacionales, y el cocinero asturiano Fernando Martín, reconociendo su trabajo, les apadrina y entran a formar parte de Euro-Toques, Comunidad Europea de Cocineros. Ese mismo año, tienen la suerte de conocer al maestro leonés Carlos Domínguez Cidón, un gran referente para ellos. Carlos fue el encargado de conducirles hacia una cocina evolucionada pero respetando las raíces, y de enseñarles una forma distinta de ser cocineros.

Sin duda, el peor momento de la historia de El Ermitaño ocurrió la madrugada del 10 de febrero de 2000, cuando un desafortunado incendio arrasó con la mayor parte de las instalaciones. Las llamas segaron con vehemencia muchos años de trabajo, y si su intención era la de que todo acabara ahí, se equivocó. Pedro y Óscar pusieron todo su empeño, esfuerzo e ilusión en reconstruir y devolver a El Ermitaño todo su esplendor. Y decidieron que este infortunio sólo representaría un punto y seguido en sus vidas.

Después han sido muchos los reconocimientos y galardones recibidos. La guía Michelin reconoció su labor dotándoles de una estrella en 2001 hasta 2010 y que desde 2016 vuelve a brillar. Asimismo un Sol en la Guía Repsol en 2003 y que ascendió a dos Soles en 2013. En 2009 fueron galardonados con un premio especialmente emotivo para ellos, el Premio Cándido a la investigación gastronómica y turística. Al igual de emocional que los últimos reconocimientos recibidos, Restaurante del año 2014 por La Posada del periódico El Mundo de Castilla y León y por la Academia de la Gastronomía de Castilla y león. En 2016 la cámara de comercio de Zamora los colma con el premio Mercurio por su trayectoria empresarial, al igual que en 2019 recibieron de Castilla y León televisión el premio Maestros Hosteleros como mejor restaurante de su querida tierra.

Destacar también las múltiples apariciones en las más prestigiosas y relevantes guías gastronómicas, donde las puntuaciones hablan por sí solas. Pero todo ello ha sido posible gracias al afán de superación, el tesón y sobre todo el cariño que estos dos hermanos ponen en cada paso que dan para engrandecer su Ermitaño.