La cocina

La cocina de El Ermitaño es una mezcla de las personalidades de los dos hermanos, distintas pero que ensamblan a la perfección, dando como resultado un equilibrio que podemos ver reflejado en su gastronomía.

El principio fundamental en cual se rigen, es respetar al máximo las raíces culinarias castellanas. A partir de ahí llegamos a una cocina evolucionada, pero con identidad propia. Fiel reflejo de ello son las propuestas que encontramos en la carta. Por un lado nos muestra platos que aferrados a ella se niegan a abandonarla, como los canutillos de cecina, el bacalao con manitas o el lechazo asado al horno de leña, encargados de rendir tributo a la tradición. Y por otro exhibe orgullosa las nuevas creaciones que cada cambio de carta trae consigo.

Si de algo hacen alarde Pedro y Óscar es del excelente producto que les ofrece su amada tierra, y ellos agradecen esta dádiva cuidando con mimo cada materia prima que cae en sus manos. Grato favor les hace la amplia despensa castellana, llena de sabores y texturas que se ofrecen gustosas a que ambos hermanos jueguen con ellas para satisfacción de nuestros paladares.

La carta se renueva cada tres meses, se aprovecha cada cambio de estación y los productos que cada una de ellas aporta, para elaborar platos acordes con cada temporada. Los meses más cálidos requieren de platos más ligeros y frescos, que contrastan con los reconfortantes platos que se pueden degustar en épocas gélidas. Cada estación tiene su encanto y la naturaleza tiene la capacidad de sorprendernos en cada una de ellas con frutos tan diversos entre sí, que permiten que los dos hermanos lleguen con su mente y sus manos a límites insospechados.

En definitiva, degustar la cocina de El Ermitaño, es disfrutar de un paseo a través del tiempo, donde pasado y presente se funden en una misma carta, para hacernos partícipes de su historia.